El Purgatorio en la Biblia
El Purgatorio en la Biblia

Esta puede ser la pregunta más común que que recibimos los hermanos católicos, y vale la pena explicarlo.

La palabra Purgatorio en la Biblia

La Biblia no menciona la palabra «purgatorio» como tal, sino que hace referencia a un lugar que puede entenderse como lo que se conoce como purgatorio. Afirmar que el purgatorio no existe porque la palabra exacta no aparece en las Escrituras es una falta de comprensión de las Escrituras.

La Biblia contiene referencias a muchas doctrinas cristianas, pero no las menciona por el nombre con que las conocemos. También se podría negar que existe la misma Biblia, por ejemplo, porque no se encuentra tal palabra en ella. Además, uno podría negar la Trinidad, la Encarnación, etc., porque estas palabras exactas no se encuentran en la Biblia.

El nombre no hace el lugar; el lugar debe existir primero, luego le damos un nombre. En este caso, a este lugar lo llamamos «purgatorio». Allí las almas se purgan de las pequeñas manchas del pecado, las cuales impiden su entrada inmediata al cielo.

Qué significa Purgatorio

Purgatorio viene de la palabra purgar, que significa según la rae, entre otros sinónimos similares:

  • Limpiar, purificar algo, quitándole lo innecesario, inconveniente o superfluo.
  • Sufrir con una pena o castigo lo que alguien merece por su culpa o delito.

Etimológicamente, la palabra purgatorio viene del latín purgatorium o purgatorius, que significa «que limpia o que purifica». A su vez, estas palabras vienen de purgatus, que traducido sería «purgado». Este es el participio del verbo purgare, lo cual significa «limpiar» o «purificar».



El Purgatorio en la Biblia

Algunas personas no aceptan a los Macabeos como libro de la Biblia. Esto es lamentable, ya que sus Biblias han sido editadas y por lo tanto le faltan libros. Incluso si una persona no acepta el libro de los Macabeos como inspiración divina, debiera al menos reconocer su valor histórico, porque a través de él, y los demás libros que han sido eliminados en las biblias protestantes, podemos aprender lo que creía el Pueblo de Dios.

En II Macabeos 12, leemos pruebas bíblicas del Purgatorio y pruebas de que los judíos ofrecían sacrificios por aquellos hermanos que habían perdido la vida en la batalla. El hecho de que los judíos oraran por los muertos muestra que creían en un lugar donde podían ser ayudados (que ahora llamamos purgatorio) y que las oraciones de sus hermanos y hermanas vivos podrían ayudarlos en ese lugar. Esto está estrechamente relacionado con la doctrina católica de la comunión de los santos.

En II Macabeos 12, 39-45 descubrimos a Judas Macabeo y miembros de sus fuerzas militares judías recogiendo los cuerpos de algunos camaradas caídos que habían muerto en batalla. Cuando descubrieron que estos hombres llevaban “símbolos sagrados de los ídolos de Jamnia, que la ley prohíbe a los judíos usar”, Judas y sus compañeros discernieron que habían muerto como castigo por el pecado. Por lo tanto, Judas y sus hombres “se volvieron a la oración suplicando que el pecado que había sido cometido fuera completamente borrado… Él también tomó una colecta… y la envió a Jerusalén para proveer una ofrenda por el pecado. Al hacer esto, actuó muy bien y con honradez. Por tanto, hizo expiación por los muertos, para que fueran librados de su pecado”.

«Al día siguiente buscaron a Judas para ir a recoger los cuerpos de los muertos y a sepultarlos con los suyos en los sepulcros de sus padres. Bajo la túnica de cada muerto encontraron objetos consagrados a los ídolos de Jamnia, prohibidos por la Ley a los judíos.

Comprendieron entonces por qué habían muerto. Todos se admiraron de la intervención del Señor, justo juez que saca a luz las acciones más secretas, y rezaron al Señor para que perdonara totalmente ese pecado a sus compañeros muertos. El valiente Judas exhortó a sus hombres a que evitaran en adelante tales pecados, pues acababan de ver con sus propios ojos lo que sucedía a los que habían pecado.

Efectuó entre sus soldados una colecta y entonces envió hasta dos mil monedas de plata a Jerusalén a fin de que allí se ofreciera un sacrificio por el pecado. Todo esto lo hicieron muy bien inspirados por la creencia de la resurrección, pues si no hubieran creído que los compañeros caídos iban a resucitar, habría sido cosa inútil y estúpida orar por ellos.

Pero creían firmemente en una valiosa recompensa para los que mueren como creyentes; de ahí que su inquietud era santa y de acuerdo con la fe. Esta fue la razón por la cual Judas ofreció este sacrificio por los muertos; para que fueran perdonados de su pecado». -II Macabeos 12, 39-45

La Escritura es muy clara cuando en Apocalipsis 21, 27 dice:

«Nada profano entrará en ella (la Ciudad santa), ni los que cometen abominación y mentira, sino solamente los inscritos en el libro de la vida del Cordero».

¿Qué es el Purgatorio según la Iglesia católica?

El Catecismo de la Iglesia Católica en el número 1030 dice lo siguiente:

«Los que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su eterna salvación, sufren después de su muerte una purificación, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo».

El purgatorio es un estado intermedio de purificación entre la muerte y el Cielo para aquellos que mueren con pecados veniales por un período de tiempo apropiado a la cantidad y gravedad de los pecados que Dios considera que quita los efectos temporales del pecado.

Como dice Apocalipsis 21, 27 (mencionado anteriormente), es la purificación final para que el alma entre al cielo sin tacha.

A la luz de esto, la verdad sobre el Purgatorio es más que evidente para los católicos.

Quizás el mejor lugar para comenzar es con la referencia más abierta a una especie de “Purgatorio” en el Antiguo Testamento. Decimos una «especie de Purgatorio» porque el Purgatorio es una enseñanza completamente revelada en el Nuevo Testamento y definida por la Iglesia Católica. El pueblo de Dios del Antiguo Testamento no lo habría llamado «Purgatorio», pero creía claramente que los pecados de los muertos podían ser expiados por los vivos.

El Purgatorio en el Nuevo testamento

En Mateo 5, 25-26, Jesús es aún más explícito sobre el Purgatorio:

«Ponte enseguida a buenas con tu adversario mientras vas con él por el camino; no sea que tu adversario te entregue al juez y el juez al guardia, y te metan en la cárcel. Yo te aseguro: no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo».

Entendamos este pasaje: El juez es Dios, y al llegar donde Dios existe una cárcel, pero de la cual puedes salir cuando hayas pagado todo.

Cristo condena el pecado y habla de liberación solo después de la expiación. Sabemos que no se necesita pagar el último centavo en el Cielo y que desde el infierno no hay liberación en absoluto; por tanto, la referencia debe aplicarse a un tercer lugar.

Cuando agregamos a esto el hecho de que la palabra griega para cárcel, phulake, es la misma palabra usada por San Pedro, en I Pedro 3,19 para describir el «lugar» al que Jesús descendió después de su muerte para liberar a los espíritus detenidos allí, la posición católica tiene aún más sentido. Phulake se usa de manera demostrable en el Nuevo Testamento para referirse a un lugar de espera temporal y no exclusivamente en esta vida.

«Pues también Cristo, para llevarnos a Dios, murió una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, muerto en la carne, vivificado en el espíritu. En el espíritu fue también a predicar a los espíritus encarcelados,» -I Pedro 3, 18-19

I Corintios 3, 11-15 bien puede ser el texto más sencillo de toda la Sagrada Escritura cuando se trata del Purgatorio:

«Pues nadie puede poner otro cimiento que el ya puesto, Jesucristo. Y si uno construye sobre este cimiento con oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, paja, la obra de cada cual quedará al descubierto; la manifestará el Día, que ha de revelarse por el fuego. Y la calidad de la obra de cada cual, la probará el fuego. Aquél, cuya obra, construida sobre el cimiento, resista, recibirá la recompensa. Mas aquél, cuya obra quede abrasada, sufrirá el daño. Él, no obstante, quedará a salvo, pero como quien pasa a través del fuego».



No podemos negar que este texto habla del juicio de Dios donde las obras de los fieles serán probadas después de la muerte. Dice que nuestras obras pasarán por «fuego», en sentido figurado. En las Escrituras, el “fuego” también se usa metafóricamente como agente purificador.

Malaquías 3, 2-3: «¿Quién podrá soportar el Día de su venida? ¿Quién se tendrá en pie cuando aparezca? Porque es él como fuego de fundidor y como lejía de lavandero. Se sentará para fundir y purgar. Purificará a los hijos de Leví y los acrisolará como el oro y la plata; y serán para Yahveh los que presentan la oblación en justicia».

Mateo 3, 11: «Yo os bautizo en agua para conversión; pero aquel que viene detrás de mí es más fuerte que yo, y no soy digno de llevarle las sandalias. El os bautizará en Espíritu Santo y fuego».

Marcos 9, 49: «Pues todos han de ser salados con fuego».

Mateo 3, 12: «En su mano tiene el bieldo y va a limpiar su era: recogerá su trigo en el granero, pero la paja la quemará con fuego que no se apaga».

Entonces, podemos concluir que I Corintios 3, 11-15 no puede hacer referencia al Cielo porque hay imperfecciones que necesitan ser “quemadas” (ver nuevamente, Apocalipsis 21,27). No puede ser el infierno porque se están salvando almas. ¿Entonces qué es? El protestante lo llama «el juicio» y los católicos estamos de acuerdo. Los católicos simplemente especificamos la parte del juicio de los salvos donde las imperfecciones se purgan como «Purgatorio».

En Mateo 12, 32, el Señor nos dice así:

«Y al que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero al que la diga contra el Espíritu Santo, no se le perdonará ni en este mundo ni en el otro».

Esto nos permite saber que hay pecados que se pueden perdonar en este mundo y pecados que pueden perdonarse en el otro.

La Biblia claramente implica un lugar para un estado intermedio de purificación después de la muerte en los muchos pasajes que dicen que Dios recompensará o castigará según la vida de una persona.

Fuentes: