Cosas extrañas suceden en la noche de Navidad con las almas del Purgatorio
Cosas extrañas suceden en la noche de Navidad con las almas del Purgatorio

La Navidad es un momento especial para las almas

Ocurrió en una parroquia de Alaska y así quedó escrito gracias al sacerdote jesuita leonés Segundo Llorente Villa (1906-1989), misionero en el Círculo Polar Ártico. El padre Llorente transcribió el testimonio de un cura del que no se sabe el nombre, pero que sin embargo nos deja una gran enseñanza.

El padre Segundo Llorente fue un sacerdote asignado a las misiones en Alaska. Durante cuarenta años, trabajó arduamente para llevar el Evangelio a los nativos de ese lugar. Escribió una reflexión titulada “Cosas extrañas suceden en la Noche de Navidad”, donde discute la importancia de venerar al Santísimo Sacramento. Esta perspicaz pieza, que fue publicada en el boletín de la Sociedad Católica de Evangelistas de febrero de 1998, es relevante para nuestro tercer milenio cristiano.

Ésta es la narración

Un sacerdote me platicó un hecho que le sucedió una vez en su primera parroquia.

Después de la Misa de Medianoche de Navidad él personalmente cerró la iglesia. Con las llaves en el bolsillo, se fue a su habitación pues tenía mucho sueño. A las 7:30 de la mañana se levantó y fue de nuevo a la iglesia con la intención de tener una hora de oración para él solo.

Abrió la puerta lateral que conduce a la sacristía, encendió una luz, y luego encendió las luces de la iglesia. Al abrir la puerta de la sacristía se dirigió a la nave principal de la iglesia, y literalmente, se congeló ante lo que vio. Personas extrañamente vestidas con la ropa más pobre ocupaban la mayor parte de las bancas y todos estaban en silencio total. Nadie siquiera se movía y a nadie le importaba mirarlo. Un grupo pequeño estaba junto a la escena de la natividad del pesebre contemplándolo en silencio total.

El sacerdote se recuperó rápidamente y en voz alta les preguntó cómo fue que ingresaron al templo. Nadie respondió. Él se acercó a ellos y les preguntó de nuevo.

“¿Quién les ha dejado entrar?”

Una mujer contestó con total indiferencia: “Cosas extrañas suceden en la noche de Navidad”.

Y volvió el silencio total.

El sacerdote fue a revisar la puerta principal y la encontró cerrada tal como la había dejado. Ahora estaba decidido a aclarar los hechos y volvió su vista hacia las bancas, pero ya estaban vacías. La multitud había desaparecido.

Mantuvo este rompecabezas para sí mismo por algún tiempo. Pero no le fue posible mantenerlo más y me contó lo que yo os he dicho. ¿Podría yo ayudarlo con cualquier explicación plausible?

Permítanme decir que el sacerdote en cuestión es un modelo de cordura y está muy bien educado académicamente como la mayoría de los sacerdotes, si no es que mejor.

La explicación

Mi explicación era y sigue siendo la siguiente:

Esas fueron las almas de personas fallecidas que estaban haciendo su Purgatorio, o parte de él, en la iglesia. Es seguro asumir que reparamos nuestros pecados donde los cometimos.

Esas personas se sumergieron en un silencio total.

¿Por qué?

Considere la irreverencia cometida ante el Santísimo Sacramento; personas en la iglesia: charlando, riendo y mirando a su alrededor. Después de la misa algunas personas se reúnen en pequeños grupos alrededor de las bancas y convierten a la iglesia en una plaza de mercado sin tener en cuenta la presencia real de Cristo en el Sagrario.



¿Por qué desaparecieron?

Ellas no se desvanecieron. Simplemente se volvieron invisibles. Pero ellas permanecieron atadas a sus bancas, incapaces de pronunciar una sola palabra para expiar su charla irrespetuosa mientras vivían.

El Santísimo Sacramento no es cosa de risa. Hay un precio por todo lo que hacemos o decimos. Al final es Dios quien ríe al último, por así decirlo.

Esas personas tenían que dar al Santísimo Sacramento la adoración y respeto que Cristo merece.

¿Por cuánto tiempo?

Sólo Dios puede dar respuesta a eso.

¿Por qué el sacerdote los ha podido ver?

Así podía orar por ellas y por todos las demás pobres almas detenidas en otras iglesias.

¿Por qué otros sacerdotes no ven a esas almas?

Bueno, tal vez ya saben, en teoría, que las almas pueden ser detenidas en las iglesias, así como en cualquier otro lugar, por lo que no necesitan un milagro para verlas.

¿Por qué estaban vestidas con ropas tan pobres?

Para expiar su vanidad mientras vivían. Las personas a menudo usan la ropa no tanto para cubrir su desnudez, sino como un símbolo de estatus para impresionar a los demás. Pero Dios no se deja impresionar por, por ejemplo, abrigos de visón.

Asimismo, las personas entran a la iglesia con casi nada de ropa. En los meses de verano no es raro que las personas –en su mayoría mujeres– vayan a recibir la Sagrada Comunión en la ropa más indecente. El pastor puede o no puede tolerarlo, pero Dios tendrá en su día algo que decir acerca de esto. Los harapos podrían ser un castigo apropiado para estos excesos.

Aunque la Iglesia no manda que tengamos que creer los hechos narrados por el padre Llorente es, sin embargo, un saludable recordatorio de la profunda y amorosa reverencia que debemos dar al Santísimo Sacramento.

Sabemos que nunca podremos adorar a Jesús en el Santísimo Sacramento como debemos. Pero hay que intentarlo. Se merece nuestros humildes esfuerzos y Él nos recompensa por ello.

¡Oh Santísimo Sacramento! ¡Oh divino Sacramento! ¡Todas las alabanzas y todas las gracias te sean dadas en cada momento!

Fuente: https://gloria.tv