Qué son las Misas Gregorianas
Qué son las Misas Gregorianas

La Misa Gregoriana es una serie de misas que se ofrecen durante 30 días consecutivos, tan pronto como sea posible después del fallecimiento de una persona. Estas Misas son ofrecidas individualmente por el alma de una persona.

Esta costumbre de celebrar las Misas Gregorianas por un alma en particular demuestra que hay muchas personas que no están listan para el cielo inmediatamente después de morir, y que por eso, necesitan el poder intercesor del sacrificio de Cristo, presente en la Santa Misa. Así, el alma puede continuar su perfección en la gracia lo que le permitirá entrar finalmente en unión con la Santísima Trinidad, nuestro Dios, quien es el Amor Mismo.

Origen de las misas gregorianas

El nombre de las Misas Gregorianas viene de San Gregorio Magno, quien fue Pontífice desde el año 590 al 604. San Gregorio Magno contribuyó a la difusión de la práctica piadosa de celebrar estas Misas por la liberación de las almas del purgatorio. En sus escritos, él nos dice que celebraba las Misas en 30 días consecutivos por el eterno descanso del alma de Justus, un monje que había muerto en el convento de San Andrés en Roma. Al final de la última Misa, el fallecido se le apareció a uno de sus compañeros monjes anunciándole que había sido liberado de las llamas del purgatorio.

¿Por qué deberíamos ofrecerlas?

Explica el ‘Nuevo Derecho Parroquial’, de Manzanares, Mostaza y Santos (Ed. BAC, Madrid, pag. 254-255) que:

«Se llama ‘misas gregorianas’ a la serie de misas que deben ser aplicadas por un difunto durante treinta días sin interrupción. Su origen se vincula a un episodio que narra San Gregorio Magno en Diálogos IV, 55 (PL 77, 420-421), mediante el cual el santo probablemente sólo quiso enseñar la doctrina de los sufragios aplicados a los difuntos; pero la ingenua mentalidad medieval cargó el acento en la ininterrumpida sucesión de misas, creencia que pretendió reajustar San Antonino de Florencia, afirmando simplemente que, si las 30 misas se dicen seguidas, las almas del purgatorio perciben antes sus frutos».



Sin embargo, también se puede ofrecer misa común por los difuntos y no de forma individual, con las cuales se obtienen los mismos frutos. Lo importante es ofrecer misa, gregoriana o común.

Las misas gregorianas son solamente una práctica piadosa, que probablemente acelere el proceso de purificación del alma del difunto, pero de aquello no tenemos certeza.

¿Es verdad que no se pueden interrumpir?

La Iglesia mantiene esta práctica, de gran arraigo popular, con sentido de sufragio por los difuntos. Pero ha mitigado la obligación de la celebración ininterrrumpida, según la declaración Tricenario Gregoriano (24-2-1967). Si por un impedimento imprevisto (vgr., una enfermedad) o por otra causa razonable (vgr., celebración de una misa de funeral o de matrimonio), un sacerdote tuviere que interrumpir el treintenario, «este mantiene por disposición de la Iglesia los frutos de sufragios a él atribuidos por la práctica de la Iglesia y la piedad de los fieles hasta el momento presente, pero con la condición de completar lo antes posible la celebración de las treinta misas» (EV 2/966)’.

Fuentes: