Rosario de los 100 Réquiem
Rosario de los 100 Réquiem

Esta antigua devoción carmelita es uno de los mejores rezos para ayudar a las almas del Purgatorio. Se puede utilizar un rosario común dos veces, para completar los 100 réquiem, ya que el rosario sólo tiene 50 cuentas pequeñas. Este es un segundo formato que hemos subido a nuestra web. Puedes encontrar uno más sencillo haciendo clic aquí. Y si deseas, puedes rezarlo en latín aquí.

Cómo rezar el Rosario de los 100 Réquiem

  • Señal de la Cruz

Se recomienda invocar al Espíritu Santo a menos que ya se haya hecho antes.

Primera decena:

Jesús mío, te ofrezco en beneficio de las almas del Purgatorio, los méritos de tus sufrimientos soportados por nuestra redención. Empiezo por contemplar la Sangre que brotó de Tu Cuerpo por la tristeza y la angustia que viviste en el Huerto de Getsemaní.

Segunda decena:

Jesús mío, te ofrezco por las almas del Purgatorio, la inmensa aflicción que oprimía Tu Corazón al ver que Judas, Tu discípulo, amado y favorecido por Ti, se convirtió en perseguidor, y con un beso sacrílego te traicionó para entregarte en las manos de los crueles enemigos.

Tercera decena:

Jesús mío, te ofrezco por las almas del Purgatorio, la admirable paciencia con la que soportaste las torturas de esos viles soldados que te condujeron hasta Anás, Caifás, Pilato y Herodes, y que para humillarte más, te vistieron de púrpura en medio de las burlas e insultos del pueblo.

Cuarta decena:

Jesús mío, te ofrezco por las almas del purgatorio, la amargura que sentiste cuando eligieron a Barrabás, que era un criminal, en vez de Ti que eras inocente. Más tarde, atado a un pilar, fuiste azotado sin piedad.

Quinta decena:

Jesús mío, te ofrezco por las almas del Purgatorio, la humillación que sufriste cuando, tratándote como un falso rey, te pusieron sobre los hombros un manto de púrpura, te dieron una vara por cetro, y coronaron Tu Cabeza de espinas, y de esta manera Pilato te presentó a la multitud diciendo: ¡Aquí está el hombre!

Sexta decena:

Jesús mío, te ofrezco por las almas del Purgatorio, la compasión y el profundo dolor que sentiste cuando te separaste violentamente de Tu amada Madre que vino a tu encuentro a abrazarte camino al Calvario.

Séptima decena:

Jesús mío, te ofrezco por las almas del Purgatorio los tormentos indecibles que soportaste cuando Tu Cuerpo ensangrentado se extendió sobre la Cruz y te clavaron las manos y los pies en ella, y levantaron violentamente la Cruz para incrustarla en la tierra.

Octava decena:

Jesús mío, te ofrezco por las almas del Purgatorio, la sed ardiente que padeciste en ese momento en el Calvario, sed de agua, pero también de almas que calman tan cruel agonía y por las que solo recibes vinagre e ingratitud.

Novena decena:

Jesús mío, te ofrezco por las almas del Purgatorio la angustia y los dolores que, durante tres horas, soportaste mientras colgabas de la cruz, más dolorosos al saber que tu Madre dolorida estaba allí al pie de Tu Cruz.

Décima decena:

Jesús mío, te ofrezco por las almas del Purgatorio la desolación que Tu Madre soportó cuando te vio muerto, y cuando Tu Cuerpo fue bajado de la cruz y ella te abrazó y sostuvo Tu cuerpo sin vida.

En cada cuenta pequeñas:

Dales, Señor, el descanso eterno y brille para ellos la luz perpetua.

Finalizamos cada decena así:

Santas almas del Purgatorio, rueguen a Dios por mí y yo rogaré al Padre que les conceda la gloria del Paraíso Celestial.

(Completa 10 decenas, es decir, dos veces el rosario común)

Finalizado el Rosario, recitamos el De Profundis



De Profundis:

(Salmo CXXIX de David)

Desde el profundo abismo de mis penas
a Ti clamo, Señor, de noche y día;
oye, mi Dios, los incesantes ruegos
de un corazón contrito que se humilla.

Estén gratos y atentos tus oídos
a mi voz lamentable y dolorida:
a Ti mis ayes y gemidos lleguen
pues a escucharlos tu piedad se inclina.

¿Si siempre airado tus divinos ojos
sobre las culpas de los hombres fijas,
quién estará confiado en tu presencia,
confundiéndonos sólo ante tu vista?

Más la eterna palabra de tu seno
que aplaque espero tus terribles iras;
porque son inefables tus promesas
y con tus gracias pecador invitas.

Así aunque mi alma acongojada gime
contemplando el rigor de tu justicia,
por tu palabra la indulgencia espera,
de que la hacen culpas tan indigna.

¡Oh pueblo electo! De mañana y noche,
en todos tus peligros y fatigas,
acógete al Señor con la confianza
que en su ley soberana nos intima.

Porque es inagotable su clemencia;
se muestra con los flacos compasiva;
de todas sus miserias los redime,
y siempre que le claman los auxilia.

Este Dios abrevie el tiempo
en que logre Israel su eterna dicha
cuando de tus pecados la liberte,
que con tanto rigor la tiranizan.

Se reza 1 Gloria

Réquiem Aeternam:

Dales, Señor, el descanso eterno
Y brille para ellos la luz perpetua
De las puertas del infierno
Saca, Señor, sus almas,
Descansen en paz.
Amén.

Indulgencias para quien rece De Profundis seguido del Réquiem Aeternam:

El Papa Clemente XII, el 14 de agosto de 1736 concedió 100 días de indulgencia a quienes recen arrodillados y devotamente el De Profundis seguido del Réquiem Aeternam y concede Indulgencia Plenaria, a los que la rezaren por un año. El día es a elección de cada cual, confesados y comulgando. Las oraciones se deben realizar al oscurecer.

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Fuentes: