María Simma - Sáquennos de aquí
María Simma – Sáquennos de aquí

¡Sáquennos de aquí! Entrevista a María Simma, por Nicky Eltz

Dedicado con amor a todos aquellos que aún han de experimentar el amor de Dios.

El siguiente texto el el capítulo llamado «El Purgatorio», un pequeñísimo fragmento de la entrevista a María Simma contenida en el libro «Sáquennos de aquí». Al final de este fragmento aparece el link para descargar completo el PDF.

El Purgatorio

—Ahora, por favor, ¿qué es exactamente el purgatorio? 

—El purgatorio es un lugar y un estado que toda alma experimenta cuando todavía necesita  expiar y reparar los pecados cometidos a lo largo de su vida antes de poder reunirse con Jesús en el  Cielo. Hoy en día se enseña muy poco acerca del purgatorio y esto lleva a alimentar la curiosidad de  muchos que, por su cuenta y sin ninguna guía espiritual, caen fácilmente en el ocultismo. Suele  decirse que el purgatorio es solamente un estado. Pero esto es solo parcialmente cierto, puesto que  ciertamente también es un lugar. Es también un tiempo de espera en donde las almas ansían llegar a  Dios. Este deseo de llegar a Él es su mayor sufrimiento. Todas las benditas ánimas lo experimentan,  sin importar en el nivel en que se encuentren.

Existen tres niveles principales en el purgatorio y yo me comunico con las almas que necesitan  relativamente poco para llegar al Cielo. Creo que esto es así por dos razones.  La primera se debe a algo de lo que me di cuenta cuando me invitaron a una casa; su dueño  acababa de perder a su mujer recientemente y sucedían cosas extrañas por la noche. Accedí a pasar  una noche para ver si podía ayudar. No pasó mucho tiempo antes de que comenzaran a escucharse  fuertes golpes en el vestíbulo. Entonces, como hago habitualmente, pregunté: «¿Qué puedo hacer  por ti?». Los ruidos se hicieron más y más fuertes hasta que repentinamente apareció un animal  inmenso que no había visto nunca antes y justo detrás vino una gran serpiente, que rápidamente

devoró al primer animal. Luego toda la escena desapareció. Me debí asustar porque estaba sudando.  Tiempo más tarde le describí lo que había ocurrido a una persona que sabe mucho de estos sucesos  y él consiguió identificar al primer animal; se trataba de un hipopótamo, que simboliza un corazón  duro. Esto no significa que la mujer se encontrara en el purgatorio en forma de hipopótamo; tan solo  fue la manera de que yo lo comprendiera todo con más claridad. Tras haber hablado largo y tendido  con el viudo, pronto supe que su mujer le había guardado rencor a otra mujer durante más de treinta  años, a pesar de que la otra mujer había querido la paz entre ellas. Al negarse a perdonarla le  mereció el estado más profundo del purgatorio, de donde yo no podía ayudarla a salir aún.

La segunda razón, creo, por la que generalmente me comunico con las almas del nivel más alto  del purgatorio tiene que ver con un diario escrito por una princesa alemana en los años veinte.  Durante muchos años se comunicó con las almas de los niveles más profundos y muchas de esas  descripciones son ciertamente monstruosas y mucho más dolorosas que las que yo he visto[7].

—¿Hay otras diferencias entre los niveles más altos y los más profundos del purgatorio?  —Satanás puede atacar a las almas del nivel más profundo, pero no puede hacerlo a los que se  encuentran en los niveles más altos. Es cierto que se nos pone a prueba mientras estamos aquí en la  tierra y que eso cesa al morir. Sin embargo, las almas del tercer nivel, el más profundo del  purgatorio, deben sufrir en primer lugar por los pecados que cometieron antes de que las oraciones,  las misas y las buenas obras que podamos ofrecer por ellas puedan serles beneficiosas. Y una parte  de ese sufrimiento es que continúan siendo atacadas por Satanás.

Los diversos niveles del purgatorio son diferentes de la misma manera que todas nuestras  dolencias en la tierra son diferentes. Puede tratarse de la mera inflamación de una uña o hasta de un  fuego que puede consumir la totalidad del cuerpo. Este fuego existe solamente en los niveles  profundos pero no en los más altos.

—¿Pueden nuestras oraciones evitar que Satanás ataque a las almas de los niveles más  profundos? 

—Sí, pueden; especialmente cuando se lo pedimos directamente al Arcángel san Miguel y a los  otros ángeles.

—Y dentro de estos tres niveles principales, ¿existen más niveles? 

—Sí, una gran cantidad, porque cada alma es distinta al llegar allí. Existen grandes sufrimientos  y otros dolores pequeños, y entre esos dos extremos, el resto de padecimientos. Probablemente  existan en el purgatorio tantos niveles como almas, puesto que, por supuesto, no hay dos personas o  dos almas que sean idénticas.



—Cuando las benditas ánimas del purgatorio sufren, ¿experimentan algún tipo de alegría  y de esperanza? 

—Sí. Ningún alma desea regresar aquí a la tierra porque tienen una noción de Dios mucho más  clara que la nuestra. No quieren volver a lo oscuridad en la que vivimos nosotros.  —Entonces, ¿Dios pone a las almas allí para que se purifiquen de los pecados que todavía  no han sido expiados o reparados? 

—No, se suele enseñar esto de manera incorrecta y este tipo de falsedades puede hacer que  muchas personas se alejen de Dios. ¡Dios no las pone allí! Las almas se juzgan y luego se asignan  ellas mismas el nivel apropiado. Son ellas quienes desean purificarse antes de reunirse con Dios. Es  muy importante para nosotros tomar conciencia de esta verdad tan concreta sobre el amor de Dios.

—Entonces, ¿somos nosotros quienes reconocemos que todavía no estamos puros y  debemos por lo tanto purificarnos en el purgatorio?

—Sí, así es.

—¿Las almas en el purgatorio se rebelan alguna vez contra su condición? ¿Son pacientes o  hay alguna que no acepte el estado en el que se encuentra? 

—No, son pacientes y quieren sufrir, pues saben que a través del sufrimiento expían y  enmiendan sus faltas. Se purifican para llegar limpias ante Dios, de una manera completamente  resplandeciente. Cuanta más purificación y reparación hagan, más limpias llegan a estar.

¿Los sufrimientos del purgatorio son mayores que los de la tierra?  —Si tomamos todo en cuenta, son mayores y, a veces, mucho mayores, en especial en el tercer  nivel. Sufren más espiritualmente que nosotros.

Cuando una vez le pregunté a un alma cómo era su sufrimiento, me dijo que era uno muy  particular. Por ejemplo, un padre perezoso que no trabaje para sacar a su familia adelante, y que por  ese motivo, su mujer e hijos lleguen a pasar calamidades, tendrá que trabajar mucho en el  purgatorio. Y su sufrimiento corporal será mucho mayor que el correspondiente a un trabajo en la  tierra. Pero nuestros padecimientos aquí, a pesar de ser menos severos, valen muchísimo más para  borrar nuestros pecados que aquellos en el purgatorio.

—Si el purgatorio es también un lugar, ¿es posible que aquí en la tierra existan ciertos  lugares en los que las benditas ánimas pasen el tiempo? 

—Sí, al parecer se reúnen generalmente alrededor del altar o en el lugar en donde murieron. Una  mujer que conocí en Liechtenstein lograba verlas solamente alrededor del altar y cuando ya no  estaban allí sabía que ya se habían ido al Cielo.

Las almas no vienen a mí, o a nosotros, del purgatorio, sino que vienen con el purgatorio. No se  trata de un lugar sino de muchos lugares distintos; no su trata de un estado, sino de distintos estados.  —Si se trata de muchos lugares o un lugar grande, ¿son el Cielo y el infierno también  lugares? 

—Sí, mi director espiritual me hizo preguntar acerca de esto y la respuesta fue: «Es incorrecto lo  que muchos teólogos enseñan hoy en día al decir que el Cielo, el purgatorio y el infierno son  solamente estados. Son también lugares»[8].

—La diferencia de tiempo que deben pasar las almas allí, antes de entrar en el Cielo, ¿es  muy amplia entre un alma y otra? 

—Sí, es muy amplia. Algunas están simplemente media hora y otras, el resto del tiempo, hasta  el último día. El promedio, dicen las almas, es de cuarenta años.

—Entonces, ¿habrá un último día? 

—Sí.

—¿Puede un alma del purgatorio ver y comunicarse con otros a su alrededor?  —Siempre son conscientes de la presencia de otras almas y saben que no están solas cuando han  actuado muchas juntas para hacer algo, pero rara vez se comunican unas con otras.  —María, ¿pueden leer? 

—Sí, pueden; leen espiritualmente. Esto lo sé porque cuando vienen a mí no tengo que leerles  los nombres o las preguntas que tengo preparadas, simplemente las toman del papel.  —¿Cuánto saben de sus familias? 

—Diría que prácticamente todo. Nos ven todo el tiempo. Escuchan cada palabra que  pronunciamos sobre ellas y saben lo que sufrimos. Pero no conocen nuestros pensamientos.  Se encuentran presentes en sus propios funerales y saben quiénes están ahí rezando por ellos y  quiénes están allí solamente para ser vistos por los demás.

—¿Saben las benditas ánimas del purgatorio lo que va a pasar? 

—Sí, saben algo, pero no todo. Me han dicho que va a pasar algo verdaderamente importante,  que está a las puertas. Durante muchos años decían que estaba «delante de la puerta» pero desde

mayo de 1993 han usado la expresión «a las puertas»[9]. Será algo para la conversión de la  humanidad. Y a una escala menor me han contado cosas que ocurrieron poco tiempo después. En el  verano de 1954 me avisaron de las inundaciones que hicieron tanto daño en esta región. Otra vez  también me dijeron que aún había personas con vida bajo la nieve tras una avalancha; así que los  equipos de rescate continuaron buscando más tiempo de lo previsto y, en efecto, consiguieron  localizar y salvar a esas personas dos días después de que les pidiera que por favor siguieran con la  búsqueda.



—Se dice que después de esta vida el tiempo ya no existe, pero por otro lado usted dice que  el purgatorio es un tiempo en el que se anhela a Dios. Por favor, explique esto.  —Es correcto afirmar que tras esta vida ya no existe el tiempo; pero cuando nos dicen que un  alma debe sufrir determinado tiempo, se refiere a una traducción a nuestro tiempo. Las almas  pueden decir que aún deben sufrir más, que no han sido liberadas todavía o que sus sufrimientos han  disminuido. Cuando hablan de un tiempo concreto o cuando indican una cantidad de misas, eso  simboliza la intensidad y la cantidad de su sufrimiento.

—¿Tienen las benditas ánimas del purgatorio cuerpos como los nuestros o tienen,  digamos, un cuerpo espiritual? 

—Dicen que no se dan cuenta de que no tienen su cuerpo. Tienen un cuerpo transfigurado y  pueden tomar la forma de un cuerpo humano vestido y sano.

—¿Se arrepienten las almas de lo que hicieron mal cuando aún vivían en la tierra?  ¿También se arrepienten de lo que no hicieron? 

—Sí, mucho. Se arrepienten de las oportunidades que dejaron pasar para hacer buenas acciones  por Dios y por el prójimo, y pueden ver los buenos frutos que hubieran resultado de esas acciones.  Al morir perdemos la oportunidad de realizar buenas obras. Las almas en el purgatorio ya no pueden  cosechar méritos como podemos hacer nosotros.

También se dice que los ángeles nos envidian porque nosotros podemos hacer buenas obras y  ofrecérselas a Dios, mientras que ellos no pueden ni tampoco pueden hacer ya más méritos (risas).  —¿Qué ocurre con quien sabe que el purgatorio existe pero sigue con su vida y peca  igualmente, pensando que no va a ser tan malo? 

—¡Se arrepentirá muchísimo de pensar así! Muchísimo más que los que cometan el mismo  pecado sin conocer la existencia del purgatorio.

—¿Cuál es el principal objetivo de todo lo que usted experimenta? 

—Dios lo permite para que a través de mi apostolado otras personas entiendan claramente que  nuestro tiempo en la tierra es solamente para ganarnos el Cielo. Nuestro objetivo aquí es ser buenos  unos con otros y de esta manera reunirnos con Dios, tanto aquí y ahora, como luego en la eternidad.  Cumpliendo esto, la vida se vuelve mucho más preciosa para todos y también se ve claramente las  vidas absurdas de tantísimas personas. Nos muestra la inmensidad del amor de Dios y que la vida  puede ser de una belleza gloriosa cuando trabajamos a su lado. Así que lo que se me da a conocer  debería servir para que muchos encuentren una orientación más clara y definitiva a su vida, si  desean cumplir la voluntad celestial de Dios y participar de su belleza.

—Y resumiendo, ¿qué es lo que usted misma ha aprendido a lo largo de todos estos años de experiencias tan singulares? 

—A amar a Dios con todas mis fuerzas.

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